Validar las emociones para cuidar la salud mental en la familia
- Luciana Inés Mazzei
- 17 oct 2024
- 3 Min. de lectura
Según la definición que aporta el Ministerio de Salud de la Nación, la salud mental es el estado de bienestar emocional, psíquico y espiritual que permite llevar adelante los desafíos de la propia vida y de la comunidad en la que vivimos.
Las emociones son estímulos externos o internos que nos llevan a reaccionar de una determinada manera. Son “avisos” de nuestro interior que nos indican que frente a una situación debemos actuar.
Las emociones son la clave para mantener la salud mental y los vínculos sociales, cuando ciertas emociones se cronifican y tapan la realidad la percepción del mundo interior se oscurece. Tratar de vivir sólo el placer lleva a negar la realidad del dolor que muchas veces nos atraviesa, como vivir con miedo nos lleva a perder momentos de alegría y bienestar.
Por ello reconocer y aceptar las propias emociones, sin exacerbarlas pero también sin minimizarlas, nos lleva a poder hacer lo mismo con las emociones de quienes nos rodean. Comprender que esta situación determinada a esta persona le provoca una emoción, que tal vez para mi es exagerada pero para ella es su mundo.
Mucho tiempo se habló de emociones positivas o agradables, como la alegría y emociones negativas o desagradables, como el enojo o la ira. La verdad es que todas las emociones son buenas porque nos llevan a actuar, lo bueno o malo no está en lo que sentimos sino en como actuamos como reacción a lo que sentimos. Esta es la primera clave para validar las emociones y validarlas
En el día a día sentimos diferentes emociones de acuerdo a las circunstancias que vamos atravesando y es importante comprender que frente a la misma situación cada persona va a sentir distinto y reaccionar distinto. Aquí tenemos la segunda clave para validar las emociones: comprender que somos seres biográficos y nuestra afectividad está atravesada por nuestra historia por lo tanto los hechos y situaciones nos afectan de modo diferente.
Frente a situaciones extremas, cuando sentimos que somos pura emoción y nos cuesta pensar, es necesario detenerse antes de actuar o hablar y hacer un análisis profundo de nuestro interior, preguntarnos ¿por qué esto que pasa me desequilibra tanto? ¿qué me quiere decir esta emoción? ¿qué fibra íntima está tocando? A partir de allí podremos definir qué camino tomar frente a eso que pasa, aceptar la emoción, sea de alegría, dolor, tristeza, enojo, entusiasmo.
Cuando aprendemos a aceptar que somos seres emocionales y que las situaciones que vivimos nos invaden de emociones podemos comenzar a aceptar que a las personas que nos rodean les ocurre lo mismo y acompañar desde un lugar de empatía y no de juez.
En el ámbito familiar es necesario y sano `promover espacios donde todos puedan expresar sus emociones y sentimientos, espacios donde todos se sientan libres de ser según su propia afectividad sin sentirse juzgados. Desde el niño a quien se le rompió el juguete favorito, hasta el anciano que se siente solo.
El diálogo y la validación de las emociones son claves para la salud mental de todos. Previenen la aparición de ansiedad crónica, depresión, stress. Los miembros de la familia aprenden a regularse y actuar las emociones de manera saludable, sin lastimar o molestar a nadie, se aprende la resiliencia y la empatía.
En síntesis, para validar las emociones y reforzar la salud mental de la familia será necesario:
· Autoconocimiento, aceptación y autorregulación
· Espacios de escucha atenta y empatía
· Red de apoyo emocional
· Comprender que cada etapa de la vida tiene sus dificultades, que son distintas pero no menos importantes para quien las vive.
Y nunca, pero nunca, decir “hay pero como te vas a poner así por esa pavada”, porque para esa persona lo que le pasa no es una pavada. Mucho mejor es decir “entiendo lo que sentís, ¿cómo puedo ayudarte?”
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