Testimonio y presencia en la familia¿Qué lugar ocupan los ancianos?
- Luciana Inés Mazzei
- 27 jun 2023
- 4 Min. de lectura

15 de junio fue el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.
Deberes éticos de la familia con sus ancianos.
El principal deber es la conciencia plena de saber que debemos devolverles lo que han hecho por nosotros durante muchos años. Debemos desarrollar virtudes de empatía y paciencia, para comprender que sus caprichos, enojos y malhumor no tiene que ver con nosotros sino con la propia etapa que están viviendo. Aquellos que durante más de 50 años fueron autónomos e independientes en un momento se dan cuenta que necesitan ayuda para muchas cosas y esto los hace verse vulnerables y les provoca inseguridad.
Es bueno desarrollar el buen humor y tomar algunas situaciones y hechos con humor. Un poco de risa siempre le quita dramatismo, incluso a las situaciones más tristes y adversas.
Ayudarlos a tomar conciencia de su propia soledad y la proximidad de la muerte, no como algo doloroso sino como parte de un proceso. Reconocerles los logros y aciertos para que puedan afrontar el final con la alegría de saber que hicieron las cosas lo mejor posible.
Cuando haya que tomar decisiones que atañen a su persona, su salud, su vivienda, etc. no dejar de consultarles, siempre que estén en condiciones neurológicas de poder dar su punto de vista. Que no sientan que ya no tienen poder de decisión sobre su propia vida.
Ayudarlos a tomar conciencia de que esta edad también puede ser vivida en plenitud y que, para algunos, puede ser la oportunidad para subsanar errores del pasado, perdonar afrentas y componer relaciones.
Pero sobre todo brindarle mucho amor, acompañarlos siempre que el día a día lo permita y caminar con ellos, con la paciencia que merecen, sus últimos años de vida.
Los ancianos son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe. Por nosotros se sacrificaron, se entregaron y, en ciertos casos, se inmolaron.
En el pasado, los ancianos desempeñaban un papel importante en la vida y en el crecimiento de la familia. Dando un testimonio vivo de solicitud, sacrificio y entrega diaria sin reservas. Eran testigos de una historia personal y comunitaria que seguía viviendo en sus recuerdos y en su sabiduría.
Que los abuelos vuelvan a ser una presencia viva en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. Por lo que respecta a la familia, los abuelos deben seguir siendo testigos de unidad, de valores basados en la fidelidad a un único amor que suscita la fe y la alegría de vivir.
Citando a Juan Pablo II en su Carta a los ancianos de 1999 podemos asegurar que “Es hermoso poderse gastar hasta el final por la causa del Reino de Dios.”
Se dice que la ancianidad comienza con la jubilación, aunque vemos que muchas personas que se han jubilado no se sienten ancianos, porque solemos relacionar ancianidad con achaques, enfermedades y dolores. Pero hoy en día, con los adelantos en medicina y cuidado de la salud, la vejez no llega con estas características, sino que los ancianos y abuelos se sienten plenos y con ganas de vivir, de seguir aportando sus dones a la sociedad, enriqueciendo los ambientes.
Envejecer implica haber vivido más, llevar en la historia más recuerdos, experiencias y vivencias que los más jóvenes. Contar con una sabiduría que va más allá de la finitud física propia del ser humano, poder aceptar lo que no fue y lo que fue, trascendiendo el aquí y ahora.
Si bien se comienzan a producir una serie de cambios físicos, emocionales y psíquicos, donde las capacidades que se fueron desarrollando en la juventud y la adultez comienzan a mermar, es una etapa que puede ser de gran riqueza para la persona y su entorno.
En este sentido es el momento de recuperar sueños. Ya no se tiene la responsabilidad de criar a los hijos porque han crecido y muchos se han ido de casa; tampoco la carga laboral de años anteriores y se dispone de más tiempo para sí mismo. Esto ayuda a que la persona pueda recuperar los sueños de la juventud y dedicarse a ellos.
Es el tiempo de recuperar la pareja, volver a tener proyectos juntos y de disfrute. Pueden surgir nuevos intereses y metas; hay infinidad de actividades que los ancianos pueden emprender para compartir tiempo con sus coetáneos, que pueden ayudar a disminuir la sensación de vacío y soledad que a veces deja el nido vacío y la pasividad laboral.
Es tiempo de trascender, mirar hacia atrás y valorar lo logrado, pero también amigarse con lo no conseguido. Perdonar a los que se han ido y a los que están y personarse a sí mismo por los errores pasados, pensándolos como momentos de crecimiento y sabiduría.
Es momento de cultivar nuevas amistades que compartan valores, sueños y metas. Amistades que puedan acompañar desde las mismas vivencias el momento presente.
Llegar a anciano es un gran privilegio, Permite retroalimentar una larga vida al poder revivirla en retrospectiva. Es tiempo de darle sentido a la propia historia y revivirla con amor y alegría por lo vivido y también tiempo de sabiduría, recuperando el interés por la vida, conociendo el final y aceptándolo.
Comments