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La generación de la cincuentena ¿qué hacemos con nuestra circunstancia?

  • Foto del escritor: Luciana Inés Mazzei
    Luciana Inés Mazzei
  • 12 may 2020
  • 5 Min. de lectura

Hace un par de semanas escribía un artículo dedicado a los padres para que no perdieran de vista el estado anímico y emocional de los niños y adolescentes. En esta oportunidad, un poco haciéndome eco de un artículo publicado por la SAP (Sociedad Argentina de Pediatría), y un poco pensando también en el estado emocional y anímico que atravesamos también los adultos, voy a escribir pensando en todos… o en todos los que se sientan reflejados y contenidos por estas palabras.

Desde que comenzó la pandemia hemos pasado por diferentes etapas en cuanto a las restricciones propias del aislamiento y también con respecto a nuestras emociones en relación con ello, porque, es un hecho, cada vez que el presidente hace un anuncio esperamos expectantes qué libertades podremos recuperar a partir de ese momento.

Fue así como pasamos de un estado de cuasi vacaciones, donde sentíamos que podíamos descansar unos días más antes de entrar de lleno la vorágine anual. Los chicos alargaban las vacaciones de verano, los papás en algún punto también, aunque con la incertidumbre de lo que pasaría en materia laboral: si no hay escuela ¿Dónde dejo los chicos para ir a trabajar? La mayoría siguió trabajando con algunas medidas de seguridad y las tareas que mandaban de la escuela… se podían pasar por alto.

En la segunda etapa fuimos entendiendo que esto iba a durar un tiempo más del esperado. Las escuelas comenzaron a organizar la educación virtual, de acuerdo con las posibilidades materiales y humanas a las que cada una pudiera echar mano. Los adultos aprender a trabajar desde casa, organizando la rutina familiar de la forma más armoniosa posible. Intentamos “ponerle onda”, disfrutar de los juegos y pelis en familia, hacer campamentos, inventar historias, aprender oficios o un idioma nuevo, empezar a hacer ejercicio, artesanías, pintura, tejido… y cuanto curso nos caía cerca, para llenar el tiempo.

A 54 días de decretada la cuarentena nos encontramos muchos irritables, angustiados por el futuro, aburridos de llenar el tiempo de nada, extrañando a todos, con muchas emociones que nos desbordan y nos quitan la paz, entorpeciendo aún más las relaciones familiares.


¿Qué hacer frente a tantas emociones encontradas?

Lo primero, aceptarlas. Lo que estamos viviendo es totalmente nuevo para todos. En este caso, ni papá ni abuelos podemos decir: “yo a tu edad, cuando me pasó esto…”, porque “esto” nunca nos había pasado. Aceptar nuestras emociones y conectar con ellas, preguntarnos ¿qué me está desencadenando esta sensación de…(tristeza, enojo, vacío, ira, miedo, incertidumbre…)?, intentar ponerle nombre a esa emoción y buscar la raíz. A veces ayuda hablar con alguien y siempre es bueno para la convivencia, especialmente en este momento, poder decir: “no me siento bien, ténganme paciencia, intentemos relajarnos y buscar soluciones a esto que nos pasa.”

Es muy importante poder aceptar que los otros que viven con nosotros también tienen emociones, parecidas o distintas a las nuestras, pero “esto” que nos pasa, nos pasa a todos: adultos, niños y adolescentes y es inevitable pasar por este aislamiento sin que nos afecte.

Leyendo a Salvador Minuchin me reencontré con una frase de Ortega y Gasset muy interesante y que nos puede ayudar a reflexionar: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo.” Minuchin lo parafrasea diciendo: “Un hombre no es él mismo sin sus circunstancias”. Esto significa que para poder entender al hombre debemos también entender sus circunstancias, ponernos en sus zapatos y ver con sus lentes.

Pero la reflexión que sugiere la frase va un poco más allá aún: el hombre puede modificar sus circunstancias. El hombre es un ser Bio-psico-socio-espiritual y cuenta con una ventaja: la libertad. Es así como, más allá de las circunstancias, puede elegir libremente qué hacer en esa situación, como reaccionar, como responder.

Frente a tantas emociones podemos ser prisioneros de ellas o transformarlas para generar la energía necesaria para trascender esta situación y salir fortalecidos.

Pretender que el mundo va a ser igual cuando salgamos es inútil, porque nosotros no vamos a ser los mismos. Porque en algo habremos cambiado.

Algunas recomendaciones para amigarnos con nuestras circunstancias y potenciar los recursos personales y familiares. Algunos ya los compartí en otros artículos, pero no está de más recordarlos.


Para los niños:

· Escuchar sus demandas e intentar generar acuerdos que puedan cumplir. Ellos son los más afectados porque muchas veces no pueden ponerles nombre a sus emociones y en algunos casos, tampoco cuentan con redes sociales para comunicarse con sus amigos.

· Evitar que vean noticias referidas al Covid19, no logran comprender la totalidad de la información y esto despierta más miedo e incertidumbre.

· Responderles con la verdad a las preguntas que hagan, siempre de acuerdo con la edad y a la información que puedan procesar.

· Ayudarlos a expresar lo que sienten y explicarles que nosotros también queremos salir pero que por ahora nos tenemos que cuidar así.


Para los adolescentes y jóvenes:

· Motivarlos a moverse, hacer gimnasia, guiarlos con las tareas virtuales.

· Estimularlos a los encuentros virtuales con sus amigos. En tiempos normales lo ideal es que no pasen demasiado tiempo en las redes, pero ahora es necesario ese contacto.

· Controlar, sin que se sientan perseguidos, qué hacen en las redes, porque tanto tiempo de pantallas puede llevarlos a poner en riesgo su intimidad y su seguridad.

· Ayudarlos a decir lo que les pasa, cómo se sienten, cómo se ven cuando esto termine, qué planes tienen. Pensar que el año escolar está perdido o que van a pasar de año sin se evaluados les quita motivación y estímulo, porque “total para que lo voy a hacer si nadie corrige”. Sensación de que nada tiene sentido, en una etapa de la vida en la que están buscando su propia identidad.

· Importantísimo! No engancharse en su enojo, en su bronca, en su ira. Ellos quieren libertad y ahora no pueden tenerla de ninguna manera.


Para los adultos:

· No negar lo que pasa. No negar nuestras emociones.

· Pedir ayuda cuando sea necesario: para las tareas virtuales, para hacer las compras, para trabajar desde casa.

· No asustarse frente a las emociones, los enojos, la angustia, la ira. Escuchar y tratar de comprender y contener. Si es necesario recurrir a los profesionales que puedan ayudar.

· Aceptar que no tenemos todas las respuestas y que también tenemos miedo e incertidumbre.

· Bajar los niveles de exigencia hacia nosotros y hacia los demás. No hace falta aprender algo nuevo y ocupar todo el tiempo con algo. Podemos permitirnos y permitir estar aburridos y ociosos.

· El año escolar será muy especial, probablemente no se adquieran todos los contenidos necesarios, llegado el momento veremos cómo subsanar estas falencias.

· Incorporar el sentido del humor a nuestro día a día, en esto las redes sociales son una fuente inagotable de recursos.

· Aceptar que vamos a salir de esta situación con algunas pérdidas, económicas, sociales, familiares… pero también fortalecidos porque pudimos SALVAR NUESTRA CIRCUNSTANCIA, parafraseando a Ortega y Gasset.

 
 
 

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