Inocencia y alegría, volver a ser cómo niños
- Luciana Inés Mazzei
- 8 ago 2024
- 3 Min. de lectura
El 20 de noviembre de 1959 la ONU firmó la Declaración de los derechos del niño y propuso esta fecha como día de celebración, aunque en Argentina se celebra en agosto. Esta fue la base para que luego se firme el tratado en la Convención Internacional del niño, donde se propone un marco regulatorio más específico sobre sus derechos.
Estos hitos marcan un radical cambio de perspectiva sobre la niñez y la infancia. Hasta mediados del siglo 19, estas etapas no eran estudiadas especialmente y los niños eran considerados como futura mano de obra o no se los tenía en cuenta como miembros de las sociedades.
Fue gracias a estudios que comenzaron en el siglo 17, que la niñez comenzó a entenderse como una etapa importante de la vida y desde entonces las investigaciones sobre las etapas de la vida y especialmente la niñez y adolescencia, han evolucionado y siendo objeto de estudio por múltiples disciplinas.
Estas investigaciones han implicado un importante avance en la vida social de todos los países que adhirieron tanto a la Declaración de los derechos del niño como a la Convención Internacional, por varios motivos, por cuanto devienen en una mejora en la calidad de vida de niños y adolescentes, lo que implica para los paises una mejora en su situación en general, ya que implica que en el futuro estos niños y adolescentes podrán aportar activamente a la sociedad. Entre los motivos podemos nombrar:
Reconocimiento de Derechos: Es una oportunidad para recordar y promover los derechos de los niño, derecho a la identidad, a la educación, la salud, la protección y el desarrollo integral a ser parte de una familia, entre otros.
Concientización Social: sobre la importancia de cuidar y proteger a los niños, garantizando un ambiente seguro y saludable para su crecimiento.
Celebración de la Infancia: celebrar la alegría, la creatividad y la inocencia de los niños. Crear tradiciones familiares donde los niños se sepan valorados y amados en su primer ambiente de socialización que es la familia.
Fortalecimiento de Vínculos: ser conscientes de la necesidad de crear momentos para compartir en familia.
Promoción de Valores: solidaridad, el respeto y la igualdad. Enseñar a los niños la importancia de estos principios desde una edad temprana fomenta la participación activa de las personas en ámbitos públicos y privados que promuevan la mejora de la sociedad.
Conocer las características evolutivas de cada niño, de acuerdo a su edad y capacidades, no sólo ayuda a acompañarlos mejor en su educación y formación, sino también muestra cómo la sociedad de consumo, individualista y desvinculada, hace perder a los adultos la mirada de lo realmente importante y valioso de la vida.
Por su inocencia, tienen una mirada limpia del mundo y de quienes los rodean, son confiados y sinceros, y son muchas las lecciones que se pueden aprender de ellos:
Curiosidad, Vivencia en el presente, Creatividad, Perseverancia, Sinceridad y autenticidad, Amor incondicional, Capacidad de asombro, Perdón, Jugar y divertirse, Empatía y compasión.
Valores, características y habilidades que en la etapa adulta se van perdiendo, en algunos casos enfocados en los problemas laborales y familiares, en otros porque la vorágine del consumismo y materialismo nubla la visión e impide recuperar el espíritu de asombro, se proyecta el mañana sin vivir el presente, hay dificultad para ponerse en el lugar del otro para perdonar y comprender, los vínculos se van rompiendo atravesados por la vorágine del día a día.
Es esta mirada de la inocencia la que el mundo debe recuperar, la importancia de los vínculos más allá de las ocupaciones, lo divertido de lo simple, la alegría del encuentro. Aprender a minimizar los enojos y las preocupaciones, porque tarde o temprano todo pasa, todo se soluciona y lo que no se puede solucionar conviene olvidarlo y sanarlo.
Los niños este día esperan regalos materiales, pero el mejor regalo que se les puede ofrecer es presencia en sus vidas, no sólo este sino todos los días, el amor incondicional, la escucha atenta, el interés por sus juegos. Generar en ellos experiencias oceánicas, esas experiencias que se guardan en el corazón y la memoria, y vuelven a lo largo de la vida disfrazados en aromas, colores, sonidos, lugares o sabores.
El día del niño es una invitación a recuperar el niño interior, dejarse llevar por la locura de sus juegos, pasar tiempo en familia, escribir la historia familiar en clave de buenos momentos. Olvidar por un rato las preocupaciones de adultos y ser felices por que sí.
Y por otro lado reflexionar sobre la responsabilidad de cada ciudadno, en apoyar y acompañar programas que ayuden a mejorar la vida de los niños más vulnerables de la sociedad.
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