Cómo hacer que este año sea bueno. Parte 1
- Luciana Inés Mazzei
- 1 mar
- 3 Min. de lectura

Hace un par de semanas comenzamos un nuevo año. Seguramente en diciembre, como cada fin de años, más o menos conscientemente, hemos hecho un balance sobre el año que terminó; en las redes no faltaron los posteos humorísticos sobre el año que se iba y el que llegaría. Me sorprendió tristemente ver cuánto nos quejamos del año pasado, aunque con un tono de humor, no dejan de ser quejas y sentimientos negativos hacia las vivencias de ese tiempo.
Después del 1 de enero saludé a una persona, le pregunté cómo había comenzado el año y su respuesta también me sorprendió: lo empecé como lo terminé. Unos días después otra persona me dijo, ya lo empezamos mal, dos situaciones familiares tristes en pocos días la tenía abrumada.
Todo esto me llevó a pensar en cómo valoramos el tiempo en función de lo bueno o malo que nos pase y cómo nos desligamos de la responsabilidad de estos hechos pretendiendo “echarle la culpa” al año, si par- impar, bisiesto o no, si la luna esto, si Plutón aquello.
Las personas somos seres biográficos y temporales, es decir, tenemos una historia y somos finitos, tenemos fin. Estas cualidades nos llevan a necesitar organizar nuestra vida en el tiempo, minutos, horas, días, meses, años… y según nos sintamos bien o mal, a este tiempo medido le damos una connotación positiva o negativa: Este mes fue tremendo, hoy fue un buen día.
Me gustaría que reflexionemos sobre lo que pensamos como negativo o positivo, bueno o malo. Es cierto que nos pasan cosas feas, tristes y angustiantes, muchas no tienen solución y otras son tan duras que nos quitan las fuerzas y la alegría. Esto me lleva a pensar en la teoría de Viktor Frankl, quien en su libro El hombre en busca de sentido, hace hincapié en la libertad espiritual acerca de cómo nos plantamos frente a estas situaciones. Escribió este libro en un campo de concentración y veía cómo sus compañeros que tenían una actitud esperanzadora de la vida o motivos para sobrevivir, sobrevivían y quienes eran más negativos y les costaba tener esperanza morían pronto.
Pensar en tener esperanza en medio de la guerra en un campo de concentración, a mi al menos, me resulta difícil. Pero evidentemente se puede porque él sobrevivió.
Por eso él dice que el hombre es libre, no con una libertad para hacer lo que yo quiero, sino para responder a los embates de la vida con esperanza… o no y para preguntarse qué puedo aprender de esto, qué puedo cambiar, qué debo soltar. Y aquí vuelvo a nuestra mirada sobre el año pasado, cuando decimos fue un año feo, sería mejor pensar ¿qué cosas pasaron este año para que pueda ser libre de aprender, de cambiar, de soltar?
Frente a esta realidad triste, qué me quiere enseñar la vida… o Dios para los creyentes. Y ante esto seguramente el balance va a ser positivo, porque con la mirada puesta en mejorar siempre es más fácil pensar en positivo. Somos seres incompletos, no acabados y si somos capaces de tomar los dolores de la vida para completarnos cada día un poco seremos capaces de encontrar felicidad aún en medio de la noche del dolor.
Y como la otra cara de la misma moneda, Viktor Frankl habla de la responsabilidad. Libertad sin responsabilidad es libertinaje. Por eso, cabe preguntarnos, qué responsabilidad tengo frente a esta situación, qué puedo hacer para que cambie, y, si no puedo hacer nada, ser responsable de mi postura frente a ella.
Los invita a mirar cada día con esperanza. Cuando llegamos a la cama hacer un balance de nuestro día, qué hice bien? Qué hice mal? Qué puedo hacer mejor mañana? Qué alegría tuve hoy?
Por pequeña que sea, una mariposa, un saludo cordial, o ganarse la lotería, todos son motivos de alegría, sólo hace falta tener una mirada contemplativa de la vida.
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